El Coronavirus ha puesto muchas cosas del revés. Más allá de la crisis sanitaria y familiar que están atravesando muchas personas, a nivel económico también se está produciendo un cambio importante. Negocios que se han visto abocados al cierre, empresas que han tenido que reorientar sus productos y servicios en mitad de un confinamiento masivo, nuevas maneras de trabajar, muchas veces hasta ahora desconocidas…
Pero si toda crisis es una oportunidad, esta no iba a ser menos. Quizá porque, de nuevo, se ha demostrado que cuanto más preparadas estaban las empresas, más resiliencia han tenido y mejor han sobrevivido a estos tiempos convulsos. Aquellas que ya habían apostado por trabajos en la nube han podido seguir operando más fácilmente. Aquellas que tenían experiencia en teletrabajo se han adaptado mejor a la recomendación de no acudir a los centros de trabajo.
Más formación, más trabajo
Del mismo modo, los datos demuestran que, cuanto más preparadas están las personas, menos probabilidades tienen de quedar desempleadas o tener unos salarios más bajos. Mientras que las personas que en España apenas tienen la educación básica suelen tener unas tasas de paro que rozan el 80%, aquellas que tienen estudios superiores se enfrentan a un paro que no supera el 20%. Todo un abismo.
Fuente: INE/ elaboración propia
Quizá por eso también las empresas son conscientes de que, ante esta nueva crisis, la respuesta que hay que dar es más formación y preparación para el futuro. Como se suele leer en LinkedIn y en otros foros “Imagínate que formas a tus empleados y se van a la competencia. Imagínate que no los formas y se quedan”.
Según una encuesta de Manpower, España es uno de los países de la zona EMEA (Europa, Oriente Medio y África) en los que más importancia le están dando las empresas al desarrollo, el aprendizaje y la formación: un 48% de los encuestados declara que en respuesta al impacto del Covid-19 planea ofrecerá a sus equipos la oportunidad de aprender y desarrollar nuevas competencias.
El dato es importante, pero lo es aún más si lo comparamos con las respuestas del resto de los países preguntados. De media, solo el 25% del resto de la región EMEA dan esa importancia a la formación de sus empleados como respuesta a la Covid-19.
La pescadilla que se muerde la cola
Además, cabe señalar que, tal y como constata la OCDE, incluso en lo peor del confinamiento de la Covid-19 fue más fácil y más rápido centrarse en formar a aquellos desempleados que ya tenían las habilidades necesarias para trabajos esenciales para poder cubrir esas carencias. Y, de la misma forma, el hecho de que buena parte de esta formación fuera online y no presencial también vino a constatar que los trabajadores poco cualificados o con salarios bajos no tenían suficientes habilidades digitales o acceso a Internet de alta velocidad y, por tanto, no podían aprovechar estas oportunidades de formación y reciclaje.
Es decir, que a mayor formación, siempre cuesta menos adquirir nuevos conocimientos y habilidades.
Otra cosa es por qué tipo de formación deberían apostar tanto empleados como empresas. La pandemia ha hecho evidente que las denominadas soft skills o habilidades blandas son también muy importantes para ganar en resiliencia
Se impone saber adaptarse, de y forma rápida, a los nuevos cambios y situaciones. Como aconsejan desde McKinsey, las empresas deben tener clara una estrategia de formación de sus empleados para desarrollar las capacidades digitales y cognitivas críticas para los próximos tiempos, como puedan ser un mejor manejo de los datos, de la capacidad analítica. Pero también deben mejorar sus habilidades sociales, comunicativas y emocionales.
La formación continua es siempre una estrategia válida y adecuada. Aunque en medio de una crisis pueda ser más difícil asignar presupuestos para una inversión, los resultados de esta apuesta serán evidentes. Entre otras cosas porque permitirán a los negocios estar
más y mejor preparados para eventuales crisis futuras.
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