“Digital es el gran vehículo de la economía global”. Así comenzó Fátima Gallo, Head of Talent, Career Services & Alumni Community XISDI, el Learning Track Leadership Essentials: Tackling COVID-19, formación online con el objetivo de aprender a manejar un momento de tanta incertidumbre.
Vivimos una situación sin precedentes, en la que muchos players están sufriendo en exceso por no haber abordado antes sus procesos de transformación digital. “No hablamos solo de la capacidad de trabajar en remoto, se trata también de poder adaptarse al cambio, del hambre innovador…”. En definitiva, de lanzarse a la nueva era que transitamos con garantías. Con mucha más razón en el contexto en el que estamos.
La primera sesión de cuatro, conducida por Paco Soler, Head of Corporate Partnerships y profesor en ISDI, nos dejó ideas clave para el liderazgo individual en estos tiempos.
Bajo el título Crisis Management: Individual, brotaron ideas increíblemente nítidas que disfrutaron 200 personas congregadas en sus pantallas y en sus salones, al lado de sus hijos y familias, en un contexto en el que, como adelantó Fátima, se han “diluido las barreras entre el trabajo y el hogar”.
1. El liderazgo empieza por uno mismo
Antes de pensar cómo ejercemos de líderes ante los demás (nuestra compañía, nuestro equipo, nuestros hijos…) hemos de ejercitarlo con nosotros mismos. Si el mundo está cambiando, y vemos que está cambiando muy rápido, nosotros lógicamente tendremos que cambiar también.
2. La neurociencia como aliada
Para comprender nuestros propios procesos mentales y emocionales (adelantamos ya que todo sucede en el cerebro) por suerte contamos con la neurociencia, una disciplina que nos ayuda a comprender las reacciones que se están desatando en esta crisis o durante otras situaciones de estrés. ¿Queremos cambiar y manejar mejor la preocupación? Para ello, tendremos que tomar control de la situación y comprender qué pasa aquí arriba…
3. El liderazgo como la “capacidad de movilizar energía”
¿Qué es el liderazgo? Una definición muy sencilla explica que se trata de la capacidad de movilizar energía, y no solo la de los demás -recordemos que hablamos de liderazgo individual-. Un líder en situaciones difíciles ha de aprender a controlar su propia energía, a gestionar la angustia, el cansancio… Si nos fijamos en el contexto actual, la epidemia y crisis desatada por el Covid19 es un ejemplo a lo bestia de lo que es el mundo digital, un entorno brutalmente inestable y lleno de incertidumbre que requiere control de la energía propia y de nuestros equipos.
4. Se entrena día a día
Para adquirir las habilidades que ha de tener un buen líder, es necesario practicarla de forma deliberada cada día. Tomar consciencia de nuestros actos y comprender que casi cualquier momento es una oportunidad para ejercer liderazgo. Por ejemplo, cuando tras horas de trabajo los niños reclaman nuestra atención para jugar y les ponemos mala cara, hemos desperdiciado una oportunidad única para ejercer como líder. Lógicamente también con nuestro equipo, por ejemplo en una reunión, si acudimos a la misma con nuestra propia ansiedad.
5. Todo sucede en nuestro cerebro
Esto es clave para comprender cómo actuamos. Todo lo que hacemos, decimos o sentimos sucede en nuestro cerebro, en el que miles de millones de neuronas se conectan y desconectan a cada instante. Y además lo hacen con automatismos que hemos ido adquiriendo desde que nacemos, autopistas automatizadas cuya principal función es ayudar al cerebro a tomar decisiones rápidas.
6. El cerebro ha aprendido automatismos que hemos de aprender a controlar
Como consecuencia, llegamos a conclusiones a una velocidad espectacular, aunque a veces de forma equivocada, un sesgo que nos lleva, por ejemplo, a rechazar a una persona a la que acabamos de conocer. ¿Por qué sucede esto? Básicamente porque nuestras experiencias han creado un timeline de millones de minutos que acaban por limitarnos.
Hagamos una explicación algo más profunda. Tenemos una parte del cerebro que es racional. Nos ayuda a pensar en decisiones complejas o a predecir el futuro, pero es un mecanismo lento, débil, se cansa rápido y solo puede hacer una cosa a la vez. Al menos, eso sí, controla a la parte emocional.
La parte del cerebro emocional no se cansa, es rápida y trabaja 7 días a la semana. ¡Permite multitasking! Y atención, todo lo que entra en el cerebro pasa antes por este lado. Aquí la amígdala es el semáforo que controla todo, el centro de alarma que, en base a nuestra experiencia pasada, decide si una situación es preocupante para nuestra supervivencia.
Es importante comprender que en demasiadas ocasiones somos esclavos de nuestra amígdala, modelada en parte sobre la confianza y el cariño trabajados desde niños. Por lo tanto, gran parte del secreto para ser felices y ejercer un liderazgo más efectivo es ser conscientes de cuándo la amígdala está sometiendo nuestras decisiones.
Como líderes hemos de exigir, lógicamente, pero siempre después de que no exista ninguna duda de que valoramos a quienes exigimos, de que merecen un sitio en el mundo -niños- o en nuestro equipo -empleados-.
7. Cerebro, objetivo: sobrevivir
La labor número uno de nuestro cerebro será sobrevivir, ahí es donde pondrá los esfuerzos. Hacernos felices es una función más lejana. Esta limitación siempre estará presente en nuestras vidas. Comprenderlo y controlarlo será clave igualmente.
8. La realidad en modo Matrix
Casi podemos escuchar a Morfeo decirlo: no tenemos acceso a la realidad, es un ente subjetivo. Podemos aprender a percibirla y explicárnosla, pero en esencia los objetos no tienen un sabor o un tacto, somos nosotros los que lo interpretamos.
Al tener un cableado cerebral fabricado por nuestras experiencias no todos percibimos la realidad de la misma manera.
Como líderes, hemos de entender por lo tanto que nuestra interpretación de lo que está sucediendo es simplemente nuestro punto de vista, totalmente influido por cómo se haya cableado nuestro cerebro con experiencias pasadas. La conclusión siguiente es que hemos de aceptar que otras personas, de nuestro equipo, de nuestra empresa, tengan un punto de vista diferente.
Aquí el consejo clave es “humildad”. Humildad en la era digital es entender que otras personas comprenden la realidad de una manera diferente y por ello es necesario aceptarlas y crear un vínculo emocional con esa otra persona.
Por el tiempo que tardan las señales en llegar al cerebro vivimos en el pasado. Lo que estamos viendo en este momento, ocurrió unas centésimas de segundo antes.
9. No tenemos resistencia al cambio, ¡la hemos aprendido!
Una gran parte de la población cree que el ser humano tiene por naturaleza resistencia al cambio. En realidad, la hemos aprendido. Solo hemos de observar a niños probando nuevas cosas, metiendo dedos en enchufes o saltando de la cuna. ¿Tendríamos el trabajo que tenemos hoy durante los próximos 25 años? Pocos responderían que sí.
La confianza en nosotros mismos, tras años de resistencia al cambio, será la que nos ayude a transformarnos. Y a ayudar como líderes a los demás. Si no tenemos vínculos emocionales con nuestro equipo en esta situación veremos la reacción de la amígdala.
10. El duelo
La teoría del apego, el modelo de Kubler – Ross, diferentes y variados estudios han demostrado que la amígdala cobra especial atención a situaciones de dolor y las recordará constantemente en nuestra vida, añadiendo una zancadilla más en nuestro desarrollo vital y profesional (¡lo hace por supervivencia!).
Como consecuencia directa: no nos permitirá estar abiertos a oportunidades, a tomar riesgos, a conocer gente nueva, a eso que tenemos que hacer como líderes, vivir al máximo.
¿La solución? O una de ellas, al menos, será el perdón, uno de los que debemos gestionar como líderes para ser más felices: Perdonar a los demás pero también a nosotros mismos. Recuerda que no es la realidad que no seas bueno en algo, es la realidad que nos hemos inventado.
Todas las personas con las que nos encontramos están luchando una batalla de la que no sabemos nada. Seamos amables siempre.
+01 Tomar control
¿Cómo os gustaría reaccionar en una situación de estrés? ¿Cómo podemos no tener tanto mal genio? ¿Qué buscamos, qué queremos evitar? Al final, es una cuestión de comprender nuestro centro de mando, de poner luz y conciencia, quizá, en ocasiones, de aprender a hackearlo.
«La clave», explica Paco Soler, «(si es que existe una) es controlar a qué presta atención nuestro cerebro. Por defecto buscará las amenazas y es decisión nuestra redirigir su mirada hacia una interpretación alternativa, una oportunidad nueva, una persona que merece nuestra atención y curiosidad».
En resumen, cómo nos sentimos es nuestra decisión.
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