Más de 1.200 millones de alumnos en todo el mundo han tenido que continuar con su educación en casa, de forma segura y en entornos remotos. Una experiencia inédita para millones de escuelas que ha afectado no solo a niños y adolescentes, también por supuesto a adultos, profesionales que siguen formándose en diferentes escuelas, convencidos de que la educación es una constante de nuestras vidas.
Incluso antes de la pandemia ya se venía registrando un considerable crecimiento y adopción en tecnología educativa, con inversiones globales en Edtech que, según el World Economic Forum, alcanzaron los $18,66 mil millones de dólares en 2019, con una proyección de mercado para la educación online de $350 mil millones de dólares para el año 2025.
¿Qué hemos vivido como alumnos durante el confinamiento?
Aplicaciones de idiomas, tutorías virtuales, softwares de aprendizaje online, automatización y herramientas de manejo de data… y por supuesto, las múltiples plataformas de videoconferencia que hemos ido incorporando a nuestro inocente portafolio en software de reuniones virtuales, con sus consiguientes polémicas sobre las brechas de seguridad en varias de ellas. Como quiera que sea, más que nunca ha quedado evidenciado lo poco preparado que estaba el mundo y lo mucho que falta por hacer.
Mientras la lógica nos decía que las escuelas para niños y adolescentes serían las menos preparadas, la realidad nos ha demostrado que ha habido cientos de instituciones de formación especializada y avanzada con serios problemas al tener que mudar su operación completa de la noche a la mañana a un formato online, todo sin los conocimientos adecuados para funcionar y brindar los servicios de una manera óptima.
El impacto más inmediato, más allá de las complicaciones de trabajar en remoto en un mundo confinado, radica en una mala experiencia para los usuarios, que descartan sin piedad productos o servicios con una pobre experiencia de usuario, reincidiendo aún más en los peligros post-Covid en los que puedan verse involucradas todas las empresas o instituciones.
Por ello, y aunque parezca que el retorno de la inversión en educación no será inmediato, conviene no olvidar que nunca es buen momento para olvidarse de la actualización, la innovación y el conocimiento digital. Menos desde luego en un contexto en el que están sucediendo cambios a una velocidad de vértigo. De acuerdo con Nacho de Pinedo, CEO de ISDI, “después de 60 días de confinamiento, el mundo ha acelerado el equivalente a seis años en digitalización”. Una tendencia que apuntala IDC. Según esta consultora, al menos el 40% del PIB europeo estará digitalizado en 2021.
Si el mundo ha cambiado y el resultado final aun se desconoce, la industria y los negocios también sufrirán una transformación radical para lo cual es necesario tener la educación adecuada con el fin de evitar ser parte de los damnificados por el COVID-19.
La actividad digital de los adultos ha pasado del 40 al 90% en cuestión de semanas
Por ello, resulta primordial en estos momentos y en la medida de las posibilidades de cada uno avanzar en la formación del talento de las empresas, formaciones, cursos o másteres que ayuden a los individuos, equipos y empresas a estar actualizados, preparados y relacionados con el lenguaje, principios y herramientas de la llamada Transformación Digital o Digitalización.
Conocer el lenguaje digital y el entorno de los negocios en esta era les permitirá en un corto plazo solucionar muchos de los conflictos que en estos momentos están siendo el talón de Aquiles para cientos de negocios en todas las industrias.
Si bien es cierto que para niños y adolescentes el cambio a digital fue un tanto más natural y orgánico, en relación con los adultos -no del todo habituados a llevar una vida virtual- el nivel de adaptación rápida ha sido por demás favorable.
Por lo general, una persona adulta virtualmente activa puede registrar hasta un 40% de actividad digital (por uso de mail, Internet, herramientas y redes sociales básicas). Actualmente la actividad virtual de los adultos se ha disparado exponencialmente, teniendo una vida digital incluso más activa que el sector joven, llegando a registrar hasta un 90% de actividad digital diaria.
Calidad y beneficios de la educación online
Otro dato revelador tiene que ver la eficacia de la educación online o presencial. Lejos de lo que piensan muchos adultos respecto de la calidad de la educación en remoto, hay estudios que afirman que los estudiantes retienen entre un 25 y 60% más de material cuando aprenden en línea, en comparación con solo el 8-10% en un aula. Según el World Economic Forum, esto se debe principalmente a que los estudiantes pueden aprender más rápido online. El aprendizaje electrónico requeriría un 40-60% menor de tiempo que en aula tradicional porque los estudiantes pueden aprender a su propio ritmo, retrocediendo y releyendo, saltando o acelerando a través de los conceptos que elijan.
Además, lógicamente, del tiempo que gana el alumno que no ha de trasladarse al centro, principalmente en grandes ciudades, a lo que se suma un descenso del estrés y, por lo tanto, se añade una mejor y más relajada actitud para poder aprender.
La nueva realidad digital ha revelado que el potencial es ilimitado y la educación quizás nunca vivió un momento tan prometedor.