Por Elena y Fátima Ginebra
Todo lo que hacemos en nuestros dispositivos electrónicos a diario genera datos. Estés online o estés offline. Cada contenido que consumes, cada película, cada «me gusta» en tu red social favorita y cada búsqueda que haces en Internet. Todo produce datos. Las empresas de todo el mundo analizan constantemente esta información y toman decisiones con ella. Y esto, que ya lo conoces, tiene vertientes que quizá no te habías planteado. Por ejemplo, ¿tiene esto algún impacto real en nuestra vida diaria? ¿Cambia realmente la forma en que navegamos por Internet o usamos las aplicaciones? ¿Son de verdad los datos el nuevo petróleo?
La respuesta a cada una de estas preguntas es sí. Tomemos como ejemplo a Netflix y pensemos en su modelo. Netflix es una enorme empresa de entretenimiento cuyos servicios están disponibles en todo el mundo e incluyen miles de películas y programas de televisión, tanto producidos por la empresa como por otras compañías. En enero de 2020, Netflix tenía 167 millones de suscriptores en todo el mundo, de los cuales 60 millones residen en Estados Unidos. Lo que significa que hay millones de personas generando datos todo el día. La pregunta es: ¿Cómo utiliza Netflix toda esta información para beneficio del usuario?Netflix usa la analítica para convertir estos datos en información sobre sus usuarios y personalizar el contenido que consumen cada vez que inician su cuenta de Netflix. Todos estos algoritmos se han diseñado para ofrecer al usuario la mejor experiencia posible a través de diferentes sugerencias de contenido. De acuerdo con sus propias fuentes, aproximadamente el 75% de la visualización de Netflix está impulsada por el algoritmo de recomendación. Por supuesto, un algoritmo basado en la actividad realizada en la aplicación o página web del gigante americano. Esto incluye el desplazamiento, la búsqueda, lo que gusta al usuario, lo que no le gusta, la hora y la fecha en que se ve el contenido y el dispositivo que se utiliza. A partir de estos datos, Netflix trata de inferir qué películas le gustaría más o incluso disfrutar de nuevo. Pero no termina ahí. Netflix incluso personaliza el diseño del contenido que se muestra en su página de inicio y los tráileres existentes para cada película. En una entrevista realizada en 2013 al Director de Comunicación Global de la compañía, Joris Evers, afirmó que existen «33 millones de versiones diferentes de Netflix» (Netflix tenía 33 millones de suscriptores en ese momento). Esto significa que si Evers fuera entrevistado ahora, probablemente diría que hasta el día de hoy hay un poco más de 167 millones de versiones de Netflix.
Sin embargo, Netflix no es el único ejemplo de personalización de contenidos, y el entretenimiento no es el único sector en el que se utilizan nuestros datos. A finales de 2019, Google decidió adquirir la empresa Fitbit, uno de los mayores creadores de rastreadores de fitness y uno de los principales competidores del Apple Watch. ¿Cómo funciona Fitbit? Sus rastreadores registran el ritmo cardíaco de una persona, pasos por día o el oxígeno en sangre. Sin embargo, para las personas preocupadas por la privacidad, los rastreadores no pueden vincular la información directamente a la persona. Fitbit puede crear informes con los datos recogidos, pero la privacidad de los datos sigue estando protegida. La información proporcionada por estos relojes seguirá estando protegida bajo la propiedad de Google. Dicho esto, que Fitbit tenga todos estos datos es beneficioso porque está procesando información sobre los seres humanos que los humanos nunca han tenido antes, información sobre la salud y la actividad de las personas. Este conocimiento podría conducir potencialmente a importantes resultados en el campo de la medicina, y esto es sólo el comienzo.
Mientras todos estos datos son recopilados, almacenados y analizados por las empresas, los consumidores se preguntan cuánto saben realmente estas empresas sobre ellos. ¿Hasta dónde puede llegar el uso de estos datos? ¿Podría un usuario simplemente decidir no compartirlos? En primer lugar, es imposible no compartir datos hoy en día. Segundo, si un usuario tratara de argumentar que es dueño de los datos que genera, lo cierto es que no lo es. Los datos son información, y para que la información pertenezca a una persona, tendrían que ser dueños de ella.
«De todas formas, tienes cero privacidad. Supéralo».
Scott McNealy, cofundador de Sun Microsystems.
Por lo tanto… ¿deberías compartir tus datos con grandes empresas como Netflix o con el gobierno? Realmente es inevitable. Scott McNealy, cofundador de la compañía de tecnología informática Sun Microsystems, afirmó en 1999: «De todas formas, tienes cero privacidad. Supéralo». Lo que algunas personas como McNealy llegan a argumentar es que el aspecto peligroso de los datos no son los datos en sí mismos sino el uso que le dan las organizaciones, especialmente el gobierno. Pero ése es un debate para otro momento.
Si en 1999 McNealy pudo decir esto con tanta certeza, nos obliga a preguntarnos cuánta privacidad tenemos veinte años después. Incluso aunque las corporaciones no se adueñen de nuestra información personal como cuentas bancarias, números de seguridad social o cualquier otro tipo de información única, la actividad de los usuarios revela tanto sobre nosotros que ni siquiera la necesitan.
Como conclusión, no importa cuántas regulaciones se establezcan, los analistas de datos estarán siempre un paso por delante y estarán tomando decisiones en tiempo real para los usuarios, creando contenido personalizado para cada uno de nosotros. Eso no significa que sea malo. Al contrario, es incluso preferible. Es bastante obvio que Netflix querría que los usuarios vieran su contenido, porque es con lo que la compañía gana dinero. Pero lo que realmente está tratando de hacer es simplemente mejorar la experiencia del usuario y hacer que tú, el usuario, lo pases mejor. Y no solo es más agradable para ti, sino que ayuda a otros a tomar mejores decisiones. En otras palabras, los algoritmos personalizados están aquí para quedarse. ¿Deberíamos hacer algo al respecto o simplemente abrazarlos, aprender todo lo que podamos de ellos y encontrar una manera de mantener los datos «privados»? En una nota más personal, sugeriría que lo último es el camino a seguir.