La transformación digital es una necesidad para las empresas, pero esta lleva consigo una serie de cambios inherentes para la organización. Además de buscar mejoras en los procesos y la estrategia, se requiere un cambio organizacional transversal, así como la implementación de tecnologías digitales y de nuevas metodologías.
En los últimos años, han ganado mucho protagonismo las metodologías Agile (ágiles). Se trata de un enfoque iterativo y colaborativo para la gestión de proyectos y la resolución de problemas que ha demostrado ser muy efectivo en la transformación digital de empresas.
Estas metodologías proporcionan el marco adecuado para facilitar la transformación digital a cualquier empresa y afrontar el cambio tecnológico y la digitalización de los procesos.
Ventajas de las metodologías ágiles
Agile nace en 2001 como una forma de repartir el trabajo de una forma rápida y flexible para obtener resultados en varios contextos; desde la gestión de proyectos de software hasta la planificación estratégica o la resolución de problemas empresariales. Hoy en día algunas de las más grandes organizaciones como Google, Microsoft o Amazon lo han implementado en su flujo de trabajo.
Las principales ventajas de implementar metodologías ágiles son las siguientes:
- Colaboración y comunicación abierta de los equipos, lo que aumenta la eficiencia y la calidad del trabajo.
- Los individuos e interacciones están por encima de los procesos y herramientas, lo que aumenta la motivación de los trabajadores.
- Entrega constante de valor al cliente, la adaptación a los cambios y la mejora continua. Esto aumenta la satisfacción del cliente y la fidelidad a la marca.
- Mayor capacidad de predicción al poder revisar y adaptar el producto a lo largo del proceso y aplicar cambios constantes, lo que permite acortar el tiempo y los costes.
- Enfoque en la entrega continua y en la resolución de problemas a medida que surgen, lo que permite a las empresas mejorar constantemente su desempeño y alcanzar una mayor eficiencia.
- Reducción de costes a largo plazo al permitir a las empresas responder de manera más rápida y eficiente a los cambios y las necesidades de los clientes.
Metodologías ágiles más usadas
Las metodologías ágiles más conocidas y utilizadas son Scrum, Kanban, XP (Extreme Programming) y Lean. Cada una de ellas ofrece un enfoque específico para la gestión de proyectos y la resolución de problemas, aunque todas aportan las ventajas que hemos visto en el punto anterior y los principios del “Manifiesto Ágil”.
- SCRUM. Esta metodología tiende a desgranar los proyectos y generalmente se utiliza para desarrollar productos complejos. Se divide en ciclos de trabajo llamados «sprints», que son ciclos en los que se hacen entregas regulares y parciales del producto final.
- Kanban. Una metodología muy útil para los responsables de proyectos, pero también para el resto de integrantes del equipo. Divide las tareas en tres categorías: pendientes, en proceso o terminadas. Todos los miembros del equipo pueden visualizar el flujo de trabajo para identificar cuellos de botella y oportunidades de mejora en los que trabajar. Esta metodología se utiliza para mejorar la eficiencia y la velocidad de entrega de los proyectos.
- XP (Extreme Programming). Esta es una metodología ágil muy útil para empresas emergentes, pues se centra en las relaciones entre empleados y clientes para aumentar el grado de satisfacción en ambas partes.
- Lean. Su objetivo es alcanzar un proceso capaz de entregar el mayor valor posible al cliente con la mejor calidad. Para ellos se enfoca en la eliminación de desperdicios y la mejora continua en la producción de productos y servicios.
Recomendaciones para tu empresa
Antes de decidir qué metodología aplicar, lo primero que tienes que analizar es el entorno. Si este tiene poca variabilidad y alta predictibilidad o al revés. El tamaño del equipo también es un factor importante a la hora de elegir una metodología ágil, así como la complejidad del proyecto.
Las necesidades de tus clientes también tienen que entrar en la ecuación a la hora de elegir una metodología ágil. Por ejemplo, si tus clientes requieren un enfoque centrado en ellos y en la entrega constante de valor, Scrum sería la mejor metodología.
En general, no existe una metodología ágil “correcta” para cada empresa. Cuál elegir dependerá de una combinación de factores que deben ser evaluados cuidadosamente. La mejor recomendación es adaptarlas a nuestras necesidades y si es posible, combinarlas para obtener los resultados más óptimos.