¿Qué es el Mindful Marketing?
Este 2020 hemos desarrollado una conciencia superior respecto de nuestras propias acciones y emociones. Con los nervios a flor de piel, hemos estado mucho más conectados con nuestras necesidades más primarias, lo que nos ha devuelto en ocasiones a básicos que habíamos olvidado. Hoy buscamos alternativas más éticas, nos preocupa el comercio local y el desarrollo sostenible. Nos desvela, y mucho, nuestra salud, y también la del planeta, así como el efecto negativo de un consumismo exacerbado.
Hay datos: el 64% de los consumidores están reduciendo los residuos alimenticios, un 50% están más concienciados con la salud a la hora de comprar y el 45% se decanta por opciones más sostenibles (Accenture).
Y en este contexto, la narrativa de una empresa pasa a ser clave. No sólo hacia fuera, también hacia dentro, hacia los propios empleados, tan preocupados como los consumidores por lo que acontece, como es natural. Tanto es así que prestamos especial atención a la cultura de nuestra propia empresa y su coherencia entre los mensajes que lanzan y las acciones que se llevan a cabo.
Esta cohesión entre lo que las empresas hacen y lo que dicen va a marcar un límite entre aquellas organizaiones que realizan bien su comunicación, incluso su marketing interno y externo, y las que no. Serán las que lo hagan bien las que retengan audiencias, consumidores e incluso talento.
Mindful Marketing: tomemos consciencia de nuestros mensajes y acciones
Apoyado en el mindfulness, nace este concepto que va mucho más allá del propio Marketing, y que invita -u obliga- a la empresa a analizar qué preocupa a su público objetivo, poniendo en marcha acciones y mensajes que empaticen con aquellas necesidades, inquietudes o intereses que pasan por la cabeza de sus consumidores.
Y esto, por supuesto, es un paso arriesgado. Requiere que las empresas hoy se impliquen, tomen posturas donde antes sólo mostraban neutralidad. Hablamos de problemas que están en boca de todos: sociedad, medioambiente, política, derechos… con la consecuente vigilancia de que todos estos valores de los que se presume en público se manejen internamente con coherencia, vigilando que dicha coherencia sustente interna y externamente la cultura de la empresa, por un lado, y por otro, evite crisis de reputación que den al traste con toda la estrategia de marketing que hay detrás. Para no morir en el intento, ofrecemos una serie de claves:
1. Primero, los valores y la ética
El 71 % de los consumidores afirmaba que perdería la confianza de aquellas compañías que priorizaran sus beneficios durante las primeras semanas de la pandemia (Trust Barometer de Edelman 2020). Difuminados en mitad de un ritmo vertiginoso, habíamos olvidado y usado sin demasiado rigor estos conceptos. Valores, ética, impacto social… Las personas hemos caído en que esto es realmente importante. Y por lo tanto, vamos a exigir a nuestras marcas que den el paso que nosotros mismos hemos adelantado.
2. Impregna de cultura a tu organización
De poco servirán las reglas. De nada servirá que obligues a tus empleados a realizar ciertas acciones. La clave es más holística. Se llama cultura y comienza desde el propio CEO, capilarizando al resto de la empresa gracias a, precisamente, mensajes pero sobre todo acciones, hechos. Durante la pandemia de 2020, las empresas con propósito han amortiguado su impacto debido a consumidores fieles pero también a empleados y talento afines a la misión y cultura de la empresa.
3. Productos con impacto
Consecuencia de lo anterior, será un mensaje y hecho significante interna y externamente generar un producto o servicio que impacte en esta conciencia colectiva y que parta de insights claros por parte de nuestro público. Según la X Encuesta del Observatorio Inverco, el 45% de las gestoras españolas presta gran interés a las inversiones con impacto social. En ese sentido, podemos centrarnos no en un nuevo producto o un rediseño del mismo, sino en un rediseño de la cadena de valor del producto en sí para evitar efectos negativos con el medioambiente u otro eje social.
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