Por Fabián Lira (redacción ISDI)
La penetración de las apps en los teléfonos inteligentes está alcanzando el punto de saturación y de acuerdo con la estimación de algunos expertos, la cantidad de aplicaciones que usamos ha llegado a su punto máximo.
Según datos de SensorTower y Pew tan solo en Estados Unidos las personas utilizaron un promedio de 46 apps al mes, por debajo de un máximo pandémico de 48 aplicaciones utilizadas durante el segundo trimestre del 2020.
Entonces hace sentido la existencia de super apps ¿no creen? Bueno, antes de poder hablar o debatir si son tan buenas como se dice, o si no lo son, tenemos que entender qué son.
Las aplicaciones creadas para nuestros teléfonos móviles fueron conceptos que sin duda alguna cambiaron el mundo por completo, dotando a las personas con un poder y posibilidades ilimitadas al alcance de un “tap”; ahora la revolución digital está orillando a que las aplicaciones evolucionen a un ritmo desmedido y el resultado son las denominadas “super apps”.
Se trata de aplicaciones que permiten que las personas accedan a diferentes servicios a la vez desde un mismo lugar, es el equivalente virtual a un shopping mall -y va en crecimiento-. Son apps independientes capaces de ofrecer todo lo que los usuarios puedan necesitar sin tener que cambiar de aplicación o descargar varias apps.
En Europa, para pedir comida, un taxi, renovar tu póliza de seguro de automóvil o enviar dinero a un amigo; las personas deben descargar e instalar diferentes aplicaciones en sus teléfonos. En Asia y América Latina -aunque no lo crean- tenemos ya otras opciones. Podemos disfrutar de todos estos servicios, y más, desde una sola app. Aplicaciones como WeChat en China o Rappi en Colombia y otros países de América Latina, se han convertido en herramientas esenciales para la vida cotidiana de las personas.
Uno de los sectores que está visualizando un mayor beneficio en torno a las super apps es el financiero, que a través de Fintech construyen los nuevos ecosistemas de sus plataformas armándoles con todo: desde redes sociales, hasta servicio de entrega de alimentos o transportación, pagos de servicios, transacciones monetarias, hasta navegadores de tránsito, reservas en restaurantes o hasta la compra de boletos para el cine, teatro, conciertos o cualquier otro espectáculo cultural y de esparcimiento.
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Si bien la super app más popular es la asiática WeChat, en la India, Reliance Industries Limited, ha logrado consolidar varias de sus ofertas, como comunicaciones, compras de comestibles, almacenamiento en la nube, compras de supermercado, reserva de boletos y transmisión de contenido digital bajo el techo de la app Jio.
Spotify también está en camino de convertirse en una super app, agregando podcasts, salas de chat y otras sorpresas que están desarrollando a su biblioteca de música.
Poniéndonos técnicos, si la capacidad de tu teléfono permite espacio para aproximadamente 30 aplicaciones -según el tamaño de la pantalla- y existen más de dos millones de aplicaciones en la App Store de Apple y casi 3,5 millones en Google Play compitiendo por esos espacios; puede parecer que la idea de las super apps ahorrará mucho espacio y simplificará aun más la vida de las personas ¿cierto?, pero ¿qué tan bueno es para los negocios, marcas y productos?
Es una realidad que las tiendas de aplicaciones están cada vez más saturadas, hoy en día existen aplicaciones para virtualmente cualquier cosa y su creación está en un promedio de hasta 60 mil nuevas apps por mes.
De acuerdo con un reporte de Statista, hay más de cinco millones de aplicaciones disponibles en el mercado. En menos de cinco años el número de descargas de aplicaciones superará los 352 billones. Tras la pandemia las aplicaciones de Fintech reflejaron el mayor crecimiento con un 51% en 2020.
Con todo esto y la aparición ahora de las super apps como una amenaza para muchos, el instinto de maximizar ingresos se acentúa con nuevas restricciones de Apple y otras stores sobre la publicidad dirigida, lo que sin duda representa un gran reto para poder conseguir nuevos usuarios y descargas.
Otro de los posibles puntos en contra -al menos por ahora- para las super apps es su complejidad. Los usuarios en general buscan que las aplicaciones que descargan les simplifiquen la vida y les faciliten hacer lo que necesitan hacer. Algunas super apps no cuentan con una funcionalidad tan simple o rápida, y en ocasiones como pasa con Uber, tienden a automatizar demasiado algunas acciones que limita y complica la experiencia del cliente.
Velocidad, responsividad y customer experience son los tres pilares clave bajo los cuales una app sencilla o una super app deben ser construidas.
Los desarrolladores tienen aun varios retos para poder crear la mejor experiencia a través de las super apps, lo más importante es tener claro hacia dónde desean dirigir las funciones de la misma y no retacarla con servicios que puedan complicar más la experiencia de los usuarios en lugar de facilitarla.