Por Mauricio Cabrera
A las máquinas les ha llegado su hora. El brote mundial de Coronavirus ha apresurado la adopción de la inteligencia artificial como una de las formas de mantener la atención al cliente mientras la humanidad se adapta a las dificultades del trabajo a distancia. Cuando al ser humano se le limita en movimientos y capacidades, la tecnología funciona como recurso estratégico.
Para Peter Xing, director asociado de tecnología e iniciativas de crecimiento en KPMG, uno de los escasos beneficios que pudiera traer la emergencia sanitaria desatada por el COVID-19 es la aceleración en el proceso de entendimiento de las nuevas tecnologías, y cómo éstas pueden facilitar el trabajo en todos los niveles, sin que con ello, y al menos por ahora, vaya de por medio la extinción de la participación humana.
A lo largo de su presentación, como parte de un summit virtual en torno a los efectos del Coronavirus, Xing enlistó una serie de factores que lo mismo derriban mitos que nos han llevado a la locura dentro de los supermercados, que nos trasladan a ese futuro que antes parecía lejano en el que los drones y las máquinas son las últimas responsables de entregar a domicilio nuestra comida.
La obsesión humana por el papel de baño
Nunca como ahora la gente había estado tan higiénica. O cuando menos, había tenido tan en mente la necesidad de comprar papel de baño. Las razones pasan por aspectos psicológicos que llevaron a los seres humanos a terminar obsesionándose con estar bien preparado para el momento de satisfacer sus necesidades fisiológicas. En este desborde emocional, que llevó a que en Australia una persona sacara un cuchillo en un supermercado para hacerse con los escasos paquetes de papel que había, operó el “fenómeno rebaño”, que tiene que ver con decirse que si el vecino de al lado y las personas cercanas están comprando un producto, debe haber alguna razón elemental para hacerlo. Así, un producto que habitualmente es fácil de conseguir se convirtió en uno de los más preciados y difíciles de encontrar. Entre menos rollos de papel hubiera en las estanterías, la gente más lo deseaba.
A ese respecto, se han hecho experimentos sociales. Se ha comprobado que, si de manera reiterada una persona repite un proceso y otros lo siguen, esta práctica acabará convirtiéndose en tendencia. Por ejemplo, si una persona en un consultorio se pone de pie frente a la llegada de un nuevo paciente y lo repite un par de veces, cada vez más personas imitarán lo hecho hasta que ese gesto individual se convierta en una práctica común. Como nosotros con la batalla por el papel de baño en los supermercados.
Pero Xing apunta a otro factor clave en lo que respecta al papel de baño. El desconocimiento a los procesos de fabricación. Como ejemplo del valor de la automatización, apunta a esos rollos que tanto nos obsesionaron. La verdad que la mayoría desconoce es que el papel no se iba a terminar, pues el proceso de su realización está altamente automatizado, como lo demuestra este documental de National Geographic.
Aún con la humanidad en casa, y pese a los 27 mil árboles que hay que cortar al día, los procesos de automatización son tan avanzados que la humanidad puede aislarse tranquila sin tener que rezar por tener una carencia cuando vaya al baño. Una demostración, para Xing, de que la tecnología y la información respecto a ella hará mucho más sencilla nuestra vida cuando nos enfrentemos a situaciones de estrés y emergencia.
La democratización de la inteligencia artificial
Xing reconoce que por ahora el beneficio de la automatización para el ciudadano de a pie se da a un nivel de clientes. Que las ganancias o reducciones de pérdidas que hoy se producen van a dar a los bolsillos de accionistas de grandes empresas, pero que pronto las políticas públicas incluirán este rubro como parte fundamental de propuestas electorales.
De cualquier modo, y aunque esos grandes beneficios estén yendo a otras manos, los seres humanos se han visto más beneficiados que nunca ante la presencia de herramientas tecnológicas que les permiten trabajar como nunca habían podido. El trabajo remoto sin la presencia de grandes jugadores como Slack, Zoom, Dropbox, WeTransfer, Trello y demás, hubiera paralizado la capacidad productiva de millones de trabajadores.
Para que la automatización del individuo sea una realidad hace falta la democratización de la inteligencia artificial. Si lo piensan, es siempre el mismo proceso. Una tecnología manejada por unos cuantos que en algún punto llega a manos de grandes empresas para finalmente ser accesibles para todos. Por ahora, DataRobot y H20.ai trabajan para que esos algoritmos que hoy nos resultan tan incomprensibles, y a veces abusivos, como los de las redes sociales, un día puedan ser creados por cualquiera de nosotros.